jueves, 17 de enero de 2013

el aula y las aulas

¿Cómo dice usted?: ¿el agua o la agua? Sí, dice “el agua”. Y cómo debe ser: ¿el agua frío o el agua fría? Claro, dice “el agua fría”. Ahora, preguntémonos por qué junto a un sustantivo femenino como es “agua” se usa un artículo masculino y un adjetivo femenino; si siguiéramos la norma de concordancia, ¿no deberíamos decir “la agua fría”?
Debido a que “agua” comienza en “a” tónica, si pronunciamos “la agua”, la vocal “a” final e inicial respectivamente de cada palabra se ligan en /lagua/, produciéndose una cacofonía. Por esta razón, y para crear una expresión eufónica, nuestro idioma permite la licencia de cambiar el artículo femenino por uno masculino, de modo que tenemos “el agua fría”.
Miguel Carneiro (1997, p. 85) nos precisa la regla que debemos seguir: los sustantivos femeninos que empiezan con “a” tónica son precedidas por el artículo masculino para evitar la cacofonía. José Moreno (2003, pp. 644-645) nos informa que esta prescripción para lograr la eufonía se publicó desde hace siglos en la gramática española.
Aplicando la regla, debemos decir “el aula limpia” y “un aula amplia”, pero debemos mantener los artículos femeninos en “las aulas” y en “unas aulas” simplemente porque aquí ya no se presenta lo cacofónico. La regla tampoco se aplica si entre el artículo y el sustantivo femenino singulares se inserta un adjetivo, como ocurre en “la nueva aula”, “la amplia aula”, “la cómoda aula”. La regla no es aplicable a sustantivos femeninos cuya sílaba tónica no sea la “a” inicial, como en avenida y avestruz.
Veamos un listado de palabras en las cuales se aplica la regla:
acta: el acta, las actas;
águila: el águila, las águilas, la sorprendente águila;
ala: las alas, el ala caída, la caída ala;
alma: el alma, las almas, la grandiosa alma;
arca: el arca, las arcas, la enorme arca;
área: el área seleccionada, un área, las áreas, la sombreada área;
arma: el arma, un arma, las armas, la pequeña arma;
arpa: el arpa, las arpas, la lujosa arpa;
ave: el ave, las aves, la hermosa ave;
habla: las hablas, el habla registrada, la registrada habla;
hada: el hada, las hadas, la generosa hada;
hambre: el hambre, las hambres; la saciada hambre.
Con respecto al artículo indefinido “un” que antecede a un femenino, Moreno (2003, p. 645) indica que en nuestra normativa subsiste, sin embargo, una imprecisión, pues en el Esbozo de una nueva Gramática de la lengua española (de 1973) se anota: “como femenino se emplea un, y bastantes menos veces una, ante nombre sustantivo femenino singular que empieza por el fonema vocálico /a/, escrito a- o ha-, cuando posee acento de intensidad y sigue inmediatamente el indefinido: un ave, un aria”. Y sugiere este autor que, a pesar de existir varios ejemplos del uso del artículo “un” con sustantivos femeninos en la literatura clásica, “hace falta un buen estudio sobre la preferencia (de un o una) en los buenos escritores contemporáneos”.
El arte poética
Quizá alguien se haya preguntado si lo correcto es decir “el arte poético” o “el arte poética”. La tarea es, primero, conocer el género de “arte”. En el DRAE tenemos: “(Del lat. ars, artis). amb.”, ambiguo, de manera que la palabra puede presentarse con artículos de los dos géneros, como en el arte abstracto, el arte cinematográfico, y las bellas artes. Como en la misma entrada observamos “arte poética”, podemos decir entonces que en virtud de la regla revisada acerca de la eufonía, lo correcto es “el arte poética”. Así lo emplean, por ejemplo, Giovanna Minardi en el título de su ensayo sobre nuestro célebre cuentista, “El arte poética de Julio Ramón Ribeyro”; y Alma La Fuente, en la Presentación de su libro de teoría literaria: “El mundo latino nos dejó también un Arte Poética, la célebre Epístola a los Pisones en la cual Horacio señala las características y dificultades de cada género con el fin de aleccionar a los jóvenes hijos del noble Pisón, escritores noveles”.

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Carneiro Figueroa, M. (1997). Manual de redacción superior. Lima: San Marcos.
La Fuente, A. F. A. (1975?). Iniciación literaria. (2.ª ed.). Lima: Arica.
Moreno de Alba, J. G. (2003). Suma de minucias del lenguaje. México: Fondo de Cultura Económica. Colec. Lengua y Estudios Literarios.

cosa y algo

El DRAE define “cosa” del siguiente modo: “Todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta. // Objeto inanimado, por oposición a ser viviente. // Asunto, tema o negocio. // Der. En contraposición a persona o sujeto, objeto de las relaciones jurídicas. En el régimen de esclavitud el esclavo era una cosa. // Der. Objeto material, en oposición a los derechos creados sobre él y a las prestaciones personales. // Der. Bien”.
      Salazar Bondy (1974, p. 25) explica que cosismo es la “orientación filosófica que concibe todo lo real como cosa”; y la cosificación es la “reducción de las personas al estado de cosas”. Es cierto, nuestra sociedad sufre una cosificación, un despojamiento de los valores morales, y se enfoca a las personas como sujetos consumidores o realizadores de hechos que pueden ser representados estadísticamente. Castro-Kikuchi (2000, p. 119) anota: “Como fenómeno objetivo de carácter histórico, propio de la producción mercantil y en particular de la sociedad capitalista, donde adquiere notable extensión y agudización, la cosificación se manifiesta a través del fetichismo de la mercancía y cursa paralelamente por una especie de despersonalización del hombre y con la asignación a los objetos de las propiedades y atributos del sujeto”. 
Pero no vamos a ocuparnos aquí del conflicto ético que la industrialización o la publicidad generan sobre el hombre, sino sobre el uso de la palabra “cosa” en la comunicación cotidiana. Es frecuente escuchar, por ejemplo, que “el ejercicio fue una cosa difícil”, “la puntuación es una cosa sencilla”, “me regalaron una cosita graciosa”.
“Cosa”: pobreza léxica o pereza mental
       Quirós Sánchez (1984, p. 58) indica que el abuso de este vocablo forma parte de la pobreza léxica, “pues en la generalizada tendencia al menor esfuerzo la palabra ‘cosa’ se ha convertido en recurso de primera mano para designar aspectos materiales o inmateriales, simples o complejos, animados o inanimados, definidos o imprecisos. En la conversación familiar y en las versiones periodísticas es corriente escuchar expresiones como: Es cosa de hombres. Varias cosas se discutieron en la reunión. La ejecución del proyecto es cosa de técnicos. En vez del término cosa debe utilizarse el equivalente preciso que, en los tres ejemplos propuestos, serían problema, aspectos, asuntos o temas y cuestión”.
      En efecto, cuando alguien dice “Compré una cosita”, esa “cosita” puede ser un reloj, un portarretrato, un álbum, una lámpara, etc. En la oración “Hay una cosa que no comprendo”, no sabemos si “cosa” es un procedimiento, una operación matemática, un párrafo, una idea..., y en “Me contaron una cosa interesante”, “cosa”  podría precisarse por fábula, anécdota, dilema, etc. Como observamos, la palabra “cosa” puede evitarse si disponemos de un vocabulario amplio que nos permita designar a la “cosa” por su nombre específico, salvo que nuestro interés sea precisamente crear la vaguedad.
“Algo” o un término preciso
      El significado impreciso de la palabra “cosa” y su fácil uso se presenta también en la palabra “algo”. Martín Vivaldi (2000,  pp. 156-159) explica que las palabras “cosa” y “algo” son palabras baúl, porque contienen una diversidad de significados y, por tanto, tienen un sentido vago; pero si queremos una expresión con mayor riqueza estos términos pueden ser reemplazados por otros que sean apropiados.
      La palabra “algo” es un pronombre indefinido y su empleo es correcto si buscamos aludir a un hecho difuso o desconocido, generando un sentido indeterminado como, por ejemplo, en las expresiones “anoche oí algo”, “César estuvo leyendo algo en la sala” y “conversaron sobre algo”. Pero la palabra “algo” resulta inapropiada si la información puede precisarse: “anoche oí un silbido”, César estuvo leyendo un poemario en la sala” y “conversaron sobre política”.
     “Algo” desempeña también la función de adverbio con el significado de “un poco”: la película fue algo divertida, es una persona algo extraña. En el DRAE se registra la expresión “algo es algo”, que se usa “para indicar que no se deben despreciar las cosas por muy pequeñas o de poca calidad”.

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Castro-Kikuchi, L. (2000). Diccionario de Ciencias de la Educación. Lima: Ceguro editores.
Quirós Sánchez, E. (1984). Patología de la redacción periodística. Manual para el hombre de prensa. Lima: Centro de Documentación e Información Andina. Promotores, Consultores y Asesores Andinos.
Salazar Bondy, A. (1974). Breve vocabulario filosófico. 3.ª ed. Lima: Arica.
Vivaldi, G. M. (2000). Curso de Redacción. Teoría y Práctica de la Composición y del Estilo. 23.ª ed. Madrid: Paraninfo.



viernes, 4 de enero de 2013

quinceavo y decimoquinto

En la calle, e incluso en la radio y en la televisión, es posible escuchar que se realizó “el quinceavo concurso de marinera”, que fulano ganó “en la onceava maratón”, que tal revista ha publicado “su edición treinta”, que el colegio está celebrando “su cuarentavo aniversario”, etc.; sin embargo, en estas expresiones los adjetivos numerales son incorrectos. Veamos por qué.
CARDINALES
PARTITIVOS
ORDINALES
uno

primero
dos
mitad
segundo
tres
tercio
tercero
cuatro
cuarto
cuarto
cinco
quinto
quinto
seis
sexto
sexto
siete
sétimo
sétimo
ocho
octavo
octavo
nueve
noveno
noveno
diez
décimo
décimo
once
onceavo
undécimo
doce
doceavo o dozavo
duodécimo
trece
treceavo o trezavo
decimotercero
catorce
catorceavo o catorzavo
decimocuarto
quince
quinceavo
decimoquinto
dieciséis
dieciseisavo
decimosexto
diecisiete
diecisieteavo
decimosétimo
dieciocho
dieciochoavo
decimooctavo
diecinueve
diecinueveavo
decimonoveno
veinte
veintavo o veinteavo
vigésimo
veintiuno
veintiunavo
vigésimo primero
veintidós
veintidosavo
vigésimo segundo
treinta
treintavo
trigésimo
cuarenta
cuarentavo
cuadragésimo
cincuenta
cincuentavo
quincuagésimo
sesenta
sesentavo
sexagésimo
setenta
setentavo
septuagésimo
ochenta
ochentavo
octogésimo
noventa
noventavo
nonagésimo
cien
centavo
centésimo
Números cardinales
Estos números son adjetivos que designan una cantidad entera de seres; así, podemos tener: cinco libros, trece revistas, etc. Aunque también se emplean como sustantivos: el quince de agosto obtuve veinte en el examen.
Números partitivos
 Si un pastel es dividido en cinco partes proporcionales, cada fragmento será un quinto; si se divide en ocho partes, cada pedazo será un octavo, y si se divide en quince partes, cada fracción será un quinceavo de pastel. Aquí, estos adjetivos sí son correctos porque se trata de fracciones y reciben el nombre precisamente de números partitivos, fraccionarios o quebrados.
Números ordinales
Otro tipo de números son los ordinales, cuyo nombre alude obviamente a orden o sucesión. Si, por ejemplo, queremos establecer un orden de mérito entre competidores, podremos decir: fulano obtuvo el primer puesto; mengano, el segundo; zutano, el tercero, y así sucesivamente.
Si aplicamos lo dicho a las expresiones citadas inicialmente, observamos claramente que se debió decir: se realizó el decimoquinto concurso de marinera, que fulano ganó en la undécima maratón, que tal revista ha publicado su trigésima edición, y aquel colegio está celebrando su cuadragésimo aniversario.
      Al observar la tabla, comprenderá que la confusión común en el uso de numerales se debe a que los ordinales cuarto, quinto, sexto, etc., hasta décimo tienen escritura idéntica a los partitivos, y se piensa que esa semejanza continúa en los demás casos.
Con frecuencia, los ordinales son expresados con números romanos, de modo que los carteles anuncian el VIII (octavo) Festival de la Música, el XXIV (vigésimo cuarto) Concurso Canino, el LVI (quincuagésimo sexto) aniversario de una institución.
CARDINALES
ORDINALES
doscientos
ducentésimo
trescientos
tricentésimo
cuatrocientos
cuadringentésimo
quinientos
quingentésimo
seiscientos
sexcentésimo
setecientos
septingentésimo
ochocientos
octingentésimo
novecientos
noningentésimo
mil
milésimo

A propósito, como el Perú fue independizado en 1821, este año celebraremos el centésimo nonagésimo segundo (192) aniversario de su independencia; y Lima, fundada en 1535, este año conmemorará su cuadringentésimo septuagésimo octavo (478) aniversario de fundación. Y si usted es inquieto, verá en el diccionario que un septingentésimo es el que sigue al o a lo sexcentésimo nonagésimo nono.   

hemorragia (de sangre) y salió (afuera)

En una institución académica es posible que nos inviten a una conferencia (completamente) gratuita y se nos exija asistir (puntualmente) a las 7.00 p. m. Cuando estemos en el auditorio se nos pida que esperemos un(os) (breves) instante(s), después se nos brinde un saludo (de bienvenida) y nos informen (por adelantado), que los participantes (presentes) que redacten (por escrito) un (breve) resumen con las conclusiones (finales) (al término) de la ponencia, recibirán un premio (muy) (especial).
Como hemos observado, las palabras presentadas entre paréntesis no aportan nada en la significación, pues están sobreentendidas y son redundantes.
El DRAE define la redundancia (del lat. redundantĭa) como “sobra o demasiada abundancia de cualquier cosa o en cualquier línea. // Repetición o uso excesivo de una palabra o concepto. // Cierta repetición de la información contenida en un mensaje, que permite, a pesar de la pérdida de una parte de este, reconstruir su contenido”.
Es redundante el empleo de palabras con conceptos semejantes: (vuelvo a) reiterar, repetir; insistir (de nuevo), caminar (a pie), suele (a menudo), a la (misma) vez, recordar (de memoria), hijo (primogénito), coordinadas (entre sí), vigente (en la actualidad).
También incurrimos en redundancia al agregar palabras cuyos significados están implicados en otras: lapso (de tiempo), hace cuatro años (atrás), hemorragia (de sangre), erario (público), hijo (varón), jauría (de perros), rebaño (de ovejas), cardumen (de peces), subrayó (debajo), un error (no intencional), constelación (de estrellas), resultados (alcanzados), regimiento (de soldados), (color) azul, volar (por el aire), (proceso de) aprendizaje, kilogramos (de peso), reafirmar (otra vez), abismo (sin fondo), migaja (de pan), (breve) síntesis.
Similar situación se presenta con el uso de adjetivos cuyos significados están comprendidos en el sustantivo: plan (futuro), (pequeña) casita, crisis (seria), (falso) pretexto, a la (mayor) brevedad (posible), mi opinión (personal), (nueva) iniciativa, partitura (musical), hecho (real), (pasada) experiencia, peligro (potencial), resultado (final), memorando (interno), (propia) autoestima, abstinencia (total); igual ocurre con algunas palabras adverbializadas: (completamente) desnudo, (totalmente) gratis.
Es notoria la torpeza de las frases “bajó hacia abajo”, “entró adentro”, “salió afuera” y “subió para arriba”, errores que se pueden evitar si precisamos el destino: bajó al sótano, subió a la biblioteca, salió al patio, entró a la oficina. Una redundancia escandalosa es usar adverbios que significan aumento en palabras con conceptos absolutos: (muy) esencial, (muy) primordial, (más) menor, (más) mejor, (más) superior.

Pero o sin embargo, nunca o jamás

Hace varios años, durante un periodo electoral, Fernando Olivera fue criticado por usar la escena de la famosa “patadita” en la campaña televisiva contra Alan García, porque resultaba ofensiva para la víctima el recordarle aquella afrenta. Olivera dijo entonces: “Esa es una imagen real, pero sin embargo, vamos a considerar su retiro”.
La palabra “pero” es una conjunción adversativa y se utiliza para unir proposiciones breves. (Fui al teatro, pero no hubo función). El conector “sin embargo” es igualmente adversativo y se emplea generalmente para unir proposiciones extensas. (El rol de los medios de comunicación es educar a la población a través de la información objetiva, la opinión comprometida y una apertura democrática; sin embargo, en nuestro país ese rol parece una fantasía). Por tanto, es erróneo emplear “pero sin embargo” porque cada elemento significa lo mismo; igualmente sucede con la combinación “nunca jamás” que a veces escuchamos (Iré a la fiesta, pero con él nunca jamás).
Un amigo (personal)
Dice el periodista español Álex Grijelmo (2004, pp. 39-40): “Algunas palabras tienen un significado completo, contundente, que apenas admite matices cuando se pronuncian solas. Decimos ‘amigo’ y con eso está todo expresado. ‘Cristina y Javier son mis amigos’, por ejemplo. [...] ‘Emma, Carmen, Elena, Lola y Montse son mis amigas.’ Pueden cambiar los nombres, pero la palabra se afirma hermosa en cada una de sus sílabas”. Y concluye: “Ahora oímos continuamente que Fulano es ‘amigo personal’ de Mengano, como si un amigo no fuera personal. Y eso es un peligro. Si dejamos de creer en la palabra amigo, si empezamos a adjetivarla, algún día dejaremos de creer en la amistad”.
La redundancia es un vicio de expresión que puede ser identificado si conocemos el significado de las palabras y organizamos enunciados donde cada una sea necesaria y cumpla su función con plenitud.

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Grijelmo, Á. (2004). La punta de la lengua. Críticas con humor sobre el idioma y el diccionario. Madrid: Aguilar.
Paizy, G. (2006). Redundancias. Recuperado de www.ciudadseva.com/enlaces/redunda.htm   


jueves, 3 de enero de 2013

Abreviaturas usuales

La siguiente lista contiene abreviaturas de uso frecuente.                                  

a. m.                                ante meridiem (lat.: ‘antes del mediodía’)
Br.                                    bachiller
cap.                                  capítulo (también c. y cap.o)
c. e.                                  correo electrónico
cf.; cfr.                              confer (voz latina que significa ‘compárese’, ‘confróntese’; también conf. y confr.; cf. cp.); suele usarse la forma ‘véase’
coord. (fem. coord.a    coordinador
c/u                                   cada uno, cada una
Dr. (fem. Dra., Dr.a)        doctor    
Dir. (fem. Dir.a)               director
ed.                                    edición
fig.                                    figura
I. E.                                   institución educativa
Ing.                                   ingeniero -ra
Lic.                                   licenciado -da (también Lcdo. o Ldo.)
Mgtr.                               magíster (también Mtr., por  ‘máster’)
n.o; nro.                           número (también núm., su plural abreviado es n.os), #
pág.                                  página (también p. y pg.)
párr.                                 párrafo; §
p. ej.                                 por ejemplo (también v. g. y v. gr. por verbi gratia; e. g. y e. gr. por exempli gratia)
Pdte. (fem. Pdta.)            presidente
p. m.                                 post meridiem (lat. ‘después del mediodía’)
Prof. (fem. Prof.a)            profesor
RR. HH.                            recursos humanos
Sr. (fem. Sra., Sr.a, S.a)    señor (su plural es Sres.)
Srta.                                  señorita
tel.; teléf.                          teléfono (también tfno. y tlf.; para el plural  se añade -s: tlfs.)
TIC                                    sigla de ‘tecnologías de la información y la comunicación’; se pluraliza solo el determinante, aunque la abreviación se pronuncia como plural: las TIC [tics]
U.                                     usted (también Ud., V. y Vd.)
Univ.                                universidad
V.o B.o                              visto bueno


Escritura de números ordinales

1.er, 1.o, 1.a                        primer, primero, primera
2.o, 2.a                                segundo, segunda
3.er, 3.o, 3.a                        tercer, tercero, tercera

Ortografía y gramática de nuestra lengua

De reciente aparición en nuestras librerías, la Ortografía básica de la lengua española brinda al usuario general  las nuevas disposiciones sobre el uso correcto de nuestro idioma. Si alguien desea revisar brevemente las novedades que trae este documento, puede consultar las observaciones de Juan Manuel Infante Moraño en su blog http://www.juanmanuelinfante.es/    Para los docentes, o quienes deseen una mayor profundidad, se cuenta con el texto más amplio.



Del mismo modo, para la adecuada construcción del texto, podemos consultar la Nueva gramática básica de la lengua española o su versión más extensa y detallada.